En los últimos tres meses, el coronavirus se ha extendido a más de 100 países y ha cobrado más de 3,800 vidas. También ha sumido a muchas industrias mundiales en una parálisis, desde vuelos cancelados y cuarentenas masivas hasta interrupciones en las cadenas de suministro y los mercados financieros.
Dejando a un lado las graves implicaciones para la salud, la epidemia de coronavirus ha ampliado, de manera poco ortodoxa, un debate sobre el futuro del trabajo. Con millones de personas en todo el mundo trabajando desde su hogar como resultado del brote, ya sea a través de la cuarentena o como medida de precaución de la empresa, se comienza a hacer la pregunta: ¿estamos viendo el principio del fin de la tipología tradicional de la oficina?
Seamos claros. El coronavirus no destruirá directa e irreversiblemente el concepto de trabajar en edificios de oficinas tradicionales. Sin embargo, ha forzado un importante experimento global de "trabajo desde casa" que, cuando las empresas, las ciudades y las sociedades vuelven a la normalidad, puede causar una reflexión sobre los beneficios de trabajar desde el hogar, o al menos, un cambio en la tipología tradicional de la oficina. Este experimento está en una escala como ninguna otra. Desde principios de febrero, millones de empleados chinos han estado trabajando desde sus hogares, mientras que Amazon, Facebook, Google y Microsoft le dijeron a sus empleados de Seattle que trabajaran desde su casa a principios de marzo. A lo largo de febrero, 77 compañías públicas en el mercado bursátil mundial mencionaron "trabajar desde casa" en las transcripciones: un aumento respecto de las cinco del mes anterior, y significativamente más que el récord anterior de 11 el 2018.
El coronavirus puede haber causado un aumento en los empleados remotos, pero no fue el comienzo. El número de empleados regulares que trabajan desde casa en los Estados Unidos ha aumentado en un 173% desde el 2005, y ahora se ubica en 4.7 millones de empleados, 3.4% de la fuerza laboral. Mientras tanto, el 5% de los empleados en la Unión Europea trabajan desde casa a partir del 2017, con concentraciones en los Países Bajos (13.7%), Luxemburgo (12.7%) y Finlandia (12.3%).
El interés en el trabajo remoto no carece de mérito. Permite a las empresas contratar a los mejores talentos con pocos límites geográficos, al tiempo que evita los gastos generales importantes asociados con los edificios de oficinas y suministros. Un estudio de Stanford de 250 personas el 2017 mostró otro efecto positivo, el hecho de trabajar desde casa aumentó la productividad de los empleados en un 13.5%, redujo los días de enfermedad y mejoró la satisfacción laboral. Desde la perspectiva de los empleados, las ventajas son obvias: menos tiempo y dinero para desplazarse, un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, y una atmósfera más tranquila y productiva. La idea también está aumentando en popularidad, con Global Workplace Analytics señalando que del 80% al 90% de la fuerza laboral de los Estados Unidos dice que les gustaría trabajar de forma remota, al menos a tiempo parcial. La misma organización estima que si aquellos en trabajos compatibles que quisieran trabajar desde casa lo hicieran a tiempo parcial, ahorrarían $700 mil millones en todo Estados Unidos entre empresas y empleados, mientras que el ahorro en gases de efecto invernadero sería el equivalente a las producidas anualmente por todos los trabajadores del estado de Nueva York juntos.
Estos cambios en actitudes y hábitos deberían ser de gran interés para arquitectos y diseñadores. Como profesión, hemos visto de cerca cuán factible se ha vuelto compartir conocimiento, información y modelos digitalmente con colegas de todo el país y del mundo, ya sea a través de modelos BIM, canales de Slack o servidores remotos. Estos nuevos modelos de trabajo conducirán inevitablemente a una evolución en el diseño de espacios de oficina, o incluso espacios alternativos para trabajar.
Si bien la tipología tradicional de la oficina seguirá siendo indudable, la arquitectura interna estará fuertemente influenciada por tendencias como el trabajo remoto. Según algunas estimaciones, el 40% del espacio de trabajo de una oficina no se utiliza en gran parte del día. En un futuro donde muchos empleados podrían pasar el 50% de su semana trabajando de forma remota, el diseño interior de las oficinas será cada vez más flexible, mientras que otros adoptarán diseños más residenciales para crear un "hogar lejos del hogar".
Hablando de la tipología tradicional de la oficina, está el concepto de coworking. Una de las empresas de coworking más grandes es WeWork, fundada el 2010 y que en los últimos años ha mostrado interés no solo en los espacios de trabajo, sino también en el diseño de interiores y la organización urbana. Estos impulsos cobraron fuerza en mayo del 2018, cuando Bjarke Ingels fue anunciado como el nuevo arquitecto en jefe de WeWork. Meses después, el arquitecto mexicano Michel Rojkind se convirtió en el nuevo vicepresidente senior de la oficina de arquitectura. El coworking puede ser el compromiso más efectivo entre el trabajo tradicional y el remoto: donde las oficinas comunitarias altamente equipadas permiten a los empleados trabajar de manera efectiva con colegas en todo el mundo, pero sin sufrir el aislamiento físico y la soledad que a menudo se destaca como un gran obstáculo en el trabajo desde casa.
Por otro lado, la tasa de cambio tecnológico en constante evolución que vemos en casi todas las principales industrias podría requerir una reinvención total de cómo trabajamos y vivimos entre nosotros. Se puede llamar a los arquitectos para diseñar una nueva tipología de espacio aún no realizada que combine lo digital y lo físico, lo local y lo global, trabajando y viviendo, dejando en el pasado el concepto de docenas o cientos de empleados reunidos en un solo edificio durante 8 horas por día. Esto en sí mismo lleva a una pregunta de qué sucede con las tipologías de oficina existentes. ¿qué podríamos hacer con todo el inventario inmobiliario de edificios de oficinas si tuviéramos que hacer tal cambio? ¿Sería posible replantear y dar un nuevo uso a los espacios de trabajo tradicionales en edificios corporativos que se agrupan en los centros de nuestras ciudades?
A lo largo de la historia reciente, el entorno de trabajo tradicional ha sufrido una serie de cambios radicales. Las oficinas de planta abierta aparecieron por primera vez en la década de 1940 y, sin embargo, ahora representan el 70% del diseño del lugar de trabajo. A pesar de que fue el sello distintivo del auge tecnológico de la década de 1990, la planta abierta ahora es una elección de diseño muy controversial, en donde se plantean preguntas sobre sus efectos sobre la salud mental, la productividad y las cargas de calefacción y refrigeración. Mientras tanto, el auge de los gigantes de la economía a principios y finales de la década del 2000 trajo consigo una nueva concepción del espacio de trabajo, que fusionó abiertamente el trabajo y la diversión, donde las oficinas se convirtieron en un símbolo de la juventud y la espontaneidad de una empresa.
Si las tendencias continúan, la próxima revolución arquitectónica en el diseño de oficinas puede ser la eliminación masiva de empleados de su lugar de trabajo tradicional, ya sea a través de la automatización o, como se discutió aquí, el trabajo remoto. Esta transición del trabajo colectivo al remoto, y las consideraciones arquitectónicas que significará para los espacios de vida y oficina, antiguos y nuevos, fueron evidentes mucho antes de que la actual pandemia de coronavirus lo transmitiera a la conciencia pública. Dicho esto, este experimento global forzado de trabajar desde casa puede ser, irónicamente, un catalizador para una relación futura más saludable entre nosotros y nuestro lugar de trabajo.
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